Arturo Tranquilino, "la música experimental me lleva a otros lados, me satisface"
- David Cortés

- 31 jul
- 12 Min. de lectura
David Cortés
Algunos lo recuerdan como el guitarrista de Yokozuna, ese combo brutal que surcó la década pasada en el rock mexicano y a su paso dejaba cenizas. Cuando el grupo decidió darse un descanso, Arturo Tranquilino, pasó a fundar Fryturama con Fryda Magaña, un dueto más cercano al dream pop que, paulatinamente, se ha acercado a géneros menos amables, como es el caso de Pig, la musicalización para el documental de Nico B. y Rozz Williams, grabada en vivo en el Festival Grotesco y que, usted, lector, puede escuchar en el bandcamp del sello Ruinas.
Arturo Tranquilino, sin abandonar Fryturama, comenzó a hacer cosas en solitario, igualmente en la vena de un noise más cercano al ambient y dentro de su discografía recomiendo especialmente I, obra en colaboración con Mariana Mahatma y el reciente Formulario de alta magia, disco en donde, me parece, se acerca más a lo que es su búsqueda personal de los últimos años.
Charlamos con el guitarrista acerca de su trayectoria una vez dejó Yokozuna, aunque en realidad la plática se enfocó más a su trabajo en solitario.

¿Hace cuánto comenzaste Fryturama?
Seis años que empezamos, al principio era un sonido medio dream pop, shoegaze. Una banda que a los dos nos inspiró a hacer Fryturama es Lovesliescrushing, que no está tan enfocada en los ritmos, sino en la guitarra haciendo como estas texturas más ruidosas y la voz metiéndose en toda esta ola de distorsión. Allí empezamos a jugar con esas texturas y poco a poco nos fuimos metiendo a esa escena under, pero con la pandemia se pararon nuestros planes, pensábamos que iba a pausar el proyecto, pero el no tener la alineación tradicional de una banda, nos ayudó mucho a meternos en fiestas más underground donde tenía lugar esta escenita y poco a poco nos fuimos abriendo a otros sonidos y sobre todo a la creciente onda del noise aquí en México. Eso nos abrió otro panorama y ha hecho que el sonido de la banda haya evolucionado en ese sentido.
Tú lo llamas evolución, alguien dirá que es involución, ¿qué hubo allí que los llevó a encaminarse por esta nueva avenida sonora?
Siempre he responsabilizado a 316, porque justo antes de pandemia nos invitó Gibrana a ver a Puce Mary y eso nos abrió muchísimo el panorama. Ya estábamos expuestos, ya sabíamos de su existencia, pero no le habíamos entrado a lo nuevo y justo ver su acto nos transformó mucho. Luego fue este concierto de 316, en Sala, con Stephen O’Malley y Lorie Goldston. De allí nos empezamos a meter.
De Fryturama el último disco es la musicalización en vivo para un documental…
Como álbum, lo último que hicimos fue el Punk de cuarto, pero después de eso empezamos a tener el estudio en casa y eso nos ha ayudado a sacar más producción y uno de esos fuej usto Pig, el cortometraje hecho por el ex Christian Death. Lo grabamos en vivo, en un festival de Terror y salió con el sello de Ruinas, que es lo más reciente que hemos sacado.
¿Cuándo decidiste hacer trabajo en solitario?
Tendría 17-18 años y empezaba a hacer música con mi hermano, pero en ese momento no llegaba ni a rock y de repente terminó esa parte, salimos de la prepa y empecé a hacer cosas en solitario. Sonic Youth fue la banda que me abrió el panorama para muchísimas cosas y mi papá siempre me metió el jazz y me llevaba muchas cosas de música experimental y jazz de México. Eso me abrió el panorama de decir que hay otro mundo allá afuera, pero en ese momento no tenía ni los recursos ni las herramientas para hacer algo bien. Tenía un sampler Yamaha muy primitivo, mi guitarra eléctrica y dos, tres pedales, y grababa todo en cassette y no tenía ni pies ni cabeza. No sabía qué hacer con eso, el único acercamiento, literal, fue llegar a las oficinas de Opción Sónica y darles un casette y seguro lo metieron a la basura, pero no me agüite. Y cuando empezamos con Yokozuna, aunque al principio mi hermano y yo intentábamos meter cosas de experimentación, la gente no agarraba la onda y se iba de los lugares y como les gustaba el rock, se quedó pausada esa parte por mucho tiempo y ahora desde hace dos años que Frida participa en este colectivo de Nube, mujeres haciendo música experimental, a mí me influenció muchísimo y de allí salió la idea. Ya no hay pretexto. Quiero explorar esa parte, es muy libre, no hay ningún tipo de regla. Algo que me frustra luego de la música es que tiende a haber estos momentos donde hay muchas prescripciones. Nunca he sido un músico virtuoso, no quiero serlo y esta parte de la música experimental me lleva a otros lados, me satisface.
Hay quienes opinan que insertarse en escenas como la improvisación libre y el noise, es para esconder la falta de talento, ¿qué piensas?
Siempre ha habido esa crítica y la he visto. En algún momento con Fryturama subimos un video haciendo experimentación y hubo quienes dijeron que lo hacíamos porque nos daba miedo la crítica y eso me dio mucha risa, porque la falta de talento está en todos los géneros, eso no tiene nada que ver. Cada género tiene su propio reto y desafío y la música experimental tiene el desafío de ser entretenida, te tiene que llevar por un viaje, te tiene que contar una historia y obviamente demanda del público otro tipo de percepción o de educación. Las personas que escuchan noise hoy en día traen un bagaje musical muy amplio y esto es algo que hay que agradecer de los tiempos de internet, porque la gente a la que le gusta la música ya no tiene pretextos para escucharlo todo. El público más joven es el más interesado en estas músicas, ya no hay un límite y realmente saben discernir, se dan cuenta cuando un músico se sube al escenario a apretar botones sin sentido, a diferencia de uno que trabaja su sonido, que cuenta una historia, que eso es algo que demanda mucho este género.

¿Algún exponente nacional o extranjero que te orilló a tomar esta decisión hacia el noise?
Frida para mí ha sido una inspiración siempre y los shows que ha hecho con Nube y los integrantes del colectivo. Puzz Amatizta, hemos tenido conversaciones muy profundas sobre el tema; Concepción Huerta, Gibrana Cervantes, Sofía Escamilla y un gran etcétera, es hablar de toda una escena y los que están afuera. Pero en México está muy fuerte y eso se me hace muy chido. Hay mucha diversidad y todos los actos son preciosos y eso a mí me inspira. Attention Whores es uno de mis proyectos favoritos que me recuerdan mucho a Atari Teenage Riot.
Coincido contigo en que la escena muestra grandes talentos que de pronto son desconocidos. A veces siento que estoy romantizando demasiado, ¿hay algún detalle que nos diga que no lo estamos haciendo?
Como amantes de la música y como personas que nos dedicamos a registrar estas escenas y momentos, es normal romantizar para poder impulsar una escena, pero lo veo en el público. Antes, 15 años, ibas a un evento de música experimental y el público era muy pequeño, eran las mismas personas de siempre y ni siquiera se sentía una música orgánica, sino más bien yéndose a la instalación sonora, pero no se sentía una cohesión y ahora, la primera vez que me a mí me movió esto, fue hace como seis años. Fui a tocar a un bazar que se llama Dolor Local y era de todo. Luego de tocar yo, tocó un artista que se llama Par Asito y lo único que traía eran dos pedales de guitarra y un micrófono y los traía amarrados al brazo y en el momento en el que empezó a tocar él había unas 60-70 personas alrededor, que para una escena underground es una audiencia notable y cuando empieza a tocar y a hacer esta narrativa super violenta, me llamó mucho la atención que las primeras 20 personas frente a él eran mujeres casi todas y estaban bailando. Eso me llevó a pensar “aquí está pasando algo” y ahora toca Concepción Huerta en la Fonoteca y se llena y aunque sean lugares pequeños, sí hay una audiencia muy fuerte. Creo que es nuestra obligación romantizarla, pero sí hay una escena, sí está pasando; no en los niveles masivos, pero ahí va y la gente se abre cada vez más. Tal vez será un camino largo, no sé, pero es un camino que se está trazando y eso me da mucho gusto.
De tu obra, hay tres “sencillos” preparatorios para Boycott, tu primer trabajo largo. Entre “Feedback” y Boycott, ¿qué sucede, cómo se modifica el sonido de Arturo Tranquilino?
Cuando empecé a hacer música experimental, no encontraba la retroalimentación. Algo que me da mucho miedo del trabajo solista es que no hay un espejeo que te diga lo que debes modificar, entonces hay que acercarse con otros músicos, y Carlos, un amigo mío que trabajaba en el IMER, me pidió que le hiciera el piloto, el tema de un programa. Eso dio pie a que me animara a hacer más cosas y “Feedback” fue eso; “Domingo” es una pieza que hice cuando tenía 18-19 años, me encontré los tapes en casa de mis papás y lo digitalicé y lo subí porque la gente tenía que saber que lo hice y luego “316” es mi tributo a Eddie Van Halen. Es raro que se hable de él en estos temas, pero su estructura para construir canciones y solos de guitarra, tiene unos paisajes sonoros muy lindos, es muy ambiental.
Cuando llegó Boycott fue porque me invitaron a un concierto pro Palestina y decidí hacer una pieza que tuviera que ver con el conflicto y una idea que me circulaba mucho en la cabeza, era la de hacer una pieza en un lugar paradisíaco en el que nunca hemos conocido lo que es la guerra y eso fue una chispa para tratar de llegar de cierta forma a expresar lo que un niño puede sentir en medio de una situación así. Fue mi acercamiento a ese tema.
Allí empieza tu despegue como solista. Hay un texto que hiciste para tu substack que se llama “El noise es el nuevo blues”, ¿podrías hablar más acerca de esta afirmación?
Tuve el chance de ir a Nueva Orleans hace 15 años y algo que me impactó fue… siempre he tenido esta fascinación por el blues del delta porque para mí es un punto de partida, de quiebre para la música moderna, y cuando fuimos nos dimos cuenta de que la ciudad aún no se recuperaba de Katryna, era una ciudad fantasma en ese momento. Fue un viaje muy místico en ese sentido y algo que me impactó mucho fue ir a las plantaciones y entrar a una cabaña de un esclavo, obviamente una reconstrucción, y luego entrar a una casa de los hacendados. Al entrar a la casa de los esclavos, la casa en sí es una caja acústica que te genera el sonido del blues, entiende uno porque el blues se construyó allí, en ese momento histórico, aparte de toda la condición del dolor porque te enteras de historias que no imaginarías y allí sientes el nivel de crueldad que vivían estas personas. Intenté ir al Congo Square donde se reunían europeos y africanos los domingos a hacer música y no pude ni siquiera llegar porque una patrulla me negó el pasó, me dijeron que era una zona muy peligrosa. Eso me hizo entender realmente la esencia del blues que es una improvisación que viene de un dolor histórico de esa época y para mí el noise es el blues de esta época, se origina en el dolor de la industrialización. Vivimos en un mundo digital e industrializado, creemos que estamos acostumbrados y creemos que es lo normal, pero eso nos está generando muchísimo dolor en muchos sentidos. Instagram: tiene dos años que salió la investigación y los datos duros, de que son responsables del 40% de los trastornos mentales en mujeres jóvenes y nadie habla de eso, pero sí se refleja en la música. Hay una facción de la sociedad que escucha música como tener un ruido de fondo y se va por lo que es la moda, pero hay otra que está muy inconforme y dolida por la realidad que vivimos y estos músicos están generando este arte sonoro que tiene que ver con esos extremos de la industrialización. Para mí es muy similar, por eso encontré esa comparación.
El trabajo que me parece decisivo en este corte trayecto es el que se llama I, con Mariana Mahtma que sí tiene cosas de noise, pero me parece más un disco de ambient, ¿Quién es Mariana Mahatma?, lo que ella hace me parece mínimo en relación a la duración de la obra.
La conocí porque una vez tocamos con Fryturama en 316 y ella iba con Clothing, platicamos y hasta allí. Fuimos a un evento a Sinestesia y al llegar al lugar escuchaba una batería de fondo en donde el ritmo no era obvio, construía más texturas y entré al lugar y vi a alguien detrás de la batería y no reconocía quien tocaba y era Mariana. Nos pusimos a platicar y le dije que si quería tocar y aceptó; luego me enteré que en unos shows toca con Perritos Genéricos y hace danza urbana y muchas cosas. Nos juntamos a ensayar, platicamos unos 15 minutos y comenzamos a jamear y comenzó a jugar con los feedbacks, los feedbacks que escuchas en la grabación, hay unos que generan ciertas armonías y eso los hace ella con un micrófono y sobre de eso, mete más texturas con los tambores, conectamos de inmediato y eso fue lo que subimos a la página.

I me parece el resultado de una improvisación, pero que pasa con Formulario de Alta Magia, tu más reciente grabación, que ya está trabajado con un concepto.
Viene más de un reto, Frida y yo tenemos maneras distintas de trabajar, Frida es muy enfocada en la creación, concibe la música de Fryturama de una forma muy artesanal, es muy obsesiva con los detalles y eso le da a Fryturama su sentido y carácter. Para mí un disco es una foto de un momento, no una creación como una película. Entonces, cuando me encerré una semana a componer traté de que sucedieran esta especie de fotos porque siempre que he grabado algo con Yokozuna o Fryturama, le dejo la cuestión de la producción a la otra persona, porque yo soy muy desesperado. Así que me encerré y fueron como estados de trance, el original era de seis piezas, lo resumí a tres porque quería que tuviera una narrativa y no encontraba de qué se trataba y fuimos a hacer la musicalización de Pig a Cuernavaca y al llegar había un lugar en el cual vendían libros usados y el primer libro que veo es el de P. V. Piobb, Formulario de alta magia, y lo comencé a leer y encontré la temática del disco. El libro está escrito a principios del siglo XX por una persona que tenía mucho dinero y tiempo libro y que se dedicó a recopilar todo lo que encontrara acerca de la magia y hace una distinción entre la charlatanería y la magia y hace muchas similitudes con el yoga, la meditación y otro tipo de prácticas orientales y divide justo la magia en estas tres partes: la tierra, el ser humano y el cosmos. Entonces le di ese significado al disco y como es un disco no tan agresivo, sino un poco más ambient, quería que la portada fuera totalmente lo contrario, algo violento, y me encontré un artista en el Chopo, Bruja Andaluz, y le encargué el arte y me encantó y de allí salió el concepto. Puzz Amatizta fue la encargada de la masterización, porque a mí lo que me importa de cuando alguien masteriza no son sus fierros, sino que pueda aportar su visión musical y para mí Samantha es una de las músicas más importantes de la escena del noise y la admiro muchísimo y salió perfecto.
¿Qué sigue?
Mi obligación es seguir chambeando en sacar más cosas. Lo dijiste bien, es una carrera corta y tengo que hacer músculo y mucho de ese músculo en esta escena, en este instante, tiene que ver con escuchar en el momento y jugar con los músicos que están presentes. Vienen más shows, ahora ya estoy en la composición de la maqueta del trabajo que sigue que es algo que va a ser más violento porque traigo muy presente el tema de la guerra y tengo que sacarlo de algún lado.
Te tocó un momento en el cual grabar era muy difícil, ahora es todo lo contrario. ¿Qué tanto se ha demeritado la calidad en esta transición?
Depende mucho del trabajo de cada quien y del concepto. Hay bandas que pueden tener una muy buena ejecución en vivo, pero sus decisiones en el estudio no son las acertadas y pueden llegar a un estudio con todos los juguetes y toman decisiones muy pobres y he trabajado con artistas que tienen pocas herramientas y hacen maravillas. Se tienen que unir dos factores, la visión del artista y su habilidad para manejar las herramientas que tiene para que lo que escuches sea de calidad y nunca me ha gustado esta idea de mínimos de calidad. A cada quien le sirven cosas muy distintas, en mi estudio tengo los elementos para grabar mis cosas y si algo me falta lo consigo, pero no tengo elementos para que venga una banda de jazz y no me interesa tener un estudio para grabar más gente, me interesa grabar mis cosas y ese músculo que nos está ayudando tanto a mí, como a Fryturama, en estos proyectos para hacer piezas de calidad.
Pareciera que estas escenas necesitan nacer en la precariedad.
Es una precariedad entre comillas, no es una precariedad extrema, tener una computadora, micrófonos y un par de interfases tampoco es tan barato. Pero generar recursos es más difícil con estos géneros extremos, en ese sentido sí es precario. Siempre he sentido que cuando una banda, un músico, un concepto, nace en estos ámbitos, sí tienen que pasar por esa precariedad para que te lo ganes. Todos en cualquier profesión tenemos que empezar desde abajo para valorar lo que tenemos y creo que en la música extrema pasa eso, nos tenemos que ganar un lugar.
Arturo Tranquilino y Mariana Mahatma se presentan el 1 de agosto en 316 Centro, Fray Servando Teresa de Mier 316, Col. Merced. Invitadas: Paula Sánchez y SOFOS (Sofía Escamilla).


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