Biffarella/Tolosa, Conversaciones
- David Cortés
- 6 jun
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David Cortés
La improvisación, a pesar de su inmediatez, es algo que en ocasiones se incuba con los años; nace de una propuesta cuya celebración no se sabe cuándo llegará. Así pasó con la gestación de Conversaciones, (Viajero Inmóvil exp]r[mental, 2024) una placa del stickista Gonzalo Biffarella (GB) y el pianista Juan Carlos Tolosa (JT).
Las tres conversaciones que este par de amigos han plasmado en esta producción digital, se maceraron largo tiempo y como toda buena charla acerca de música, también tuvo como marco lo que GB llamó la “excusa gastronómica”. Finalmente, luego de cinco años, ambos lograron reunirse y, dice el stickista: “La Facultad de Artes de la UNC, espacio que compartimos por años, nos facilitó el espacio para poder tocar. Entonces todo fluyó. Ahí no hubo ensayos ni mucho tiempo para los ajustes. Activamos un grabador digital y el resto lo deben poner ustedes, permitiendo que la música suceda en sus cuerpos”.
Y fluyó. GB propone en “Primera conversación”, con un rasgueo aparentemente violento, y JT responde con unas notas sueltas. El espacio es abismal, tiempo suficiente para generar una rica conversación, con los segundos necesarios para que el otro medite su siguiente argumento. A veces hay respuestas rápidas, incluso un poco altisonantes; en otras, las menos, las voces se enciman. Y como no es una riña, los ánimos se apaciguan y regresan a su diálogo más rápido, a espacios donde ambos interactúan y no se contentan con un simple llamado-respuesta.

El argumento inicial en “Segunda conversación”, el “tema”, lo pone en la mesa JT que, en ocasiones, es interrumpido por interjecciones de asombro o que GB contesta con algunos señalamientos pertinentes. Claro, avanzado el corte y luego de haber sido una buena parte del track testigo, GB decide hablar fuerte, manifiesta algún desplante y despliega sus argumentos hasta el final.
En “Tercera conversación”, GB regresa un poco con el argumento anterior, a manera de resumen y es ahora JT quien tiene breves intervenciones, aunque poco a poco comienza a ser más partícipe en el diálogo. Llegado el momento de decir adiós, dejan el poso del café y se levantan. Mientras ambos caminan pausadamente, esgrimen sus últimos argumentos, abren los espacios, meditan las respuestas últimas, para finalmente despedirse. Calmos, tranquilos, a sabiendas de que, en el futuro, un nuevo encuentro vendrá.
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