ooo, un grupo que es un proyecto en sí
- David Cortés
- hace 5 días
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Actualizado: hace 4 días
David Cortés
Oaxaca, no obstante la tradición cultural allí existente, no se ha caracterizado por ser un estado tradicionalmente vanguardista en lo relativo a la música de avanzada. Sin embargo, de unos años a la fecha, y especialmente en la última década, esto ha cambiado. Incidió en ello la organización de festivales (Canicas), la incesante actividad del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO) y la omnipresente y necesaria tenacidad de aquellos individuos cuyo avance es a contracorriente.
Debajo de lo más visible (La Bande-son Imaginaire, por ejemplo) se encuentra la obra de quienes gustan hacer el trabajo de otras formas y, entre ellos, una agrupación que llamó mi atención recientemente es ooo, proyecto-grupo que, entre sus líneas de acción no escritas, ha desaparecido la repetición. Efraín Constantino (saxofón, salterio y percusiones metálicas), dice: “Es un grupo, pero cada presentación es un proyecto en sí. Cada vez es un concepto distinto, un evento único. No repetimos acontecimientos ni canciones, porque el grupo se basa en el arte contemporáneo, el happening, la improvisación, el arte sonoro y el ruido. Nos gusta jugar, y aunque internamente tendemos a repetir ciertas estructuras o tenemos algunas muletillas, intentamos que cada tocada sea algo distinto”.

Ooo es un enigma desde su nombre, una denominación sin significado concreto que, dice Constantino, “es un juego que retoma las ideas de la poesía concreta, un juego para apostar sobre cómo se escribe y cómo se pronuncia, y ha resultado bien –aunque no sabemos qué tanto– porque casi nunca escriben bien el nombre, y cada quien lo lee como puede (o quiere)”.
El grupo se formó en 2011 a instancias de Constantino, “en un acto de canibalismo escénico de teatro experimental” y lo complementaron Guillermo Fricke (bajo), Mauricio “Morro” Díaz (guitarra). En 2023 se integró Rॐa Moss en drones, samples y sitar eléctrico. La idea primigenia, misma que aún persiste, es: “La experimentación del sonido y el ruido como obras de arte. Siempre hemos tratado de que se dé un lugar adecuado a lo que hacemos, así que intentamos no ser una banda que ameniza, sino ser una banda que es el evento, el acontecimiento, la obra. Por eso tocamos y todo termina, no hay más. Claro, intentamos que la ‘banda’ se la pase bien con lo que tocamos. No buscamos seriedad, sino tocar fibras, mover a la gente, sin importar que sean dos o tres personas las que nos escuchen”.
Vaya lector y escuche Proyecto ooo, al parecer, una de las primeras grabaciones de este grupo oaxaqueño (al menos es la primera que uno se encuentra en su bandcamp). El motivo está allí anotado: “En el 2016 Saúl López Velarde coordinó la Sala de Inmersión, un proyecto efímero de La Fundación Alfredo Harp Helú en el espacio de la antigua estación de ferrocarril de la ciudad de Oaxaca de Juárez, Oaxaca, México. Se trataba de una cúpula donde se proyectaban películas con formato semiesférico. Velarde invitó a ooo para improvisar junto con un performance dirigido por él mismo. Esta grabación registra el audio de la improvisación en vivo”.

Aquí el grupo despliega una especie de krautrock minimalista, monótono y repetitivo por momentos, pero constantemente hay algo que aparece e irrumpe, nunca de manera violenta, para después disolverse y dejar a los instrumentos en ese rol de crear un trance, una salida del tiempo real. Disolvencia es lo que por momentos sucede con la música de ooo, se integra al paisaje, se convierte en un tapiz, pasa a ser ambient completamente.
Ajenos a las clasificaciones (alguien podría decir que es arte sonoro, música experimental, noise, improvisación, o un poco de todo eso), los integrantes de ooo señalan que todo es un juego libre. “Nos gusta -dicen- tratar de explorar el sonido desde el ruido por un espíritu ‘punk’ de hacer sin saber exactamente qué hacemos; somos músicos llaneros, salvo el ‘Morro’, quien sí tiene algunos estudios musicales. Así que el ruido y la improvisación nos han dado la posibilidad de hacer, deshacer y seguir jugando”.

En 2023, ooo puso a circular Rabia. Es un trabajo más lúdico, hay pasajes (especialmente en “Rabia I”) en donde prácticamente lo que hacen solo dos de los integrantes es buscar un sonido en sus instrumentos sin encontrar hacia dónde partir y cuando eso llega a suceder se adentran a un callejón del cual se tardan en salir. “Rabia II”, si bien forma parte del mismo proyecto, muestra más articulación, segmentos minimalistas de carácter envolvente, ocasionalmente perturbados por una marea de noise. Generalmente los sonidos generados por ooo, son de volumen moderado, suaves, por eso hay dos opciones frente a su música: prestar una atención concentrada o dejar que esta se acomode en el fondo, sobre una pared, cual si se tratara de una pintura hermosa, pero nada perturbadora. Esta grabación con la misma pieza-improvisación interpretada en vivo (“Rabia (en vivo”), es una hermosa forma de escuchar cómo nace el caos y se le da forma hasta transmutarlo, aunque en el proceso hay pasajes en los cuales parece no habrá de llegarse a lado alguno pero que unidos configuran una muestra de ambient con pizcas de lo que han dado en llamar progressive noise y en donde incluso las voces incidentales (premeditadas o no), encuentran su lugar.

Hasta el momento se pueden escuchar siete grabaciones-improvisaciones de ooo, mismas que se encuentran disponibles en su sitio de bandcamp, abierto en 2023, pero esto representa solo una parte del material con el cual cuenta la agrupación. Dicen: “Tenemos mucho material, aunque muchas obras fueron grabadas con el celular, otras de manera más profesional y una vez grabamos en un estudio una pieza comisionada por Luis Hampshire para una exposición en el extinto MUCA Roma. Poco a poco intentaremos subir todo al bandcamp”.
La obra que llamó mi atención sobre el grupo, fue el cassette La venus barbona y la dolce far niente, que presenta un inicio muy lento, un drone en el fondo que una vez llegado a un tercer plano se mantiene allí y da paso al sitar que instaura una atmósfera de tono oriental y que los demás instrumentos refuerzan. En segundo plano, otro sonido, una especie de loop breve, aparece y así, durante unos minutos, mientras bajo y sitar marcan el tono, otros sonidos aparecen por allí para inquietar la atmósfera inicial. Lo que se teje es una especie de trance que se rompe con frecuencia, pero de todas maneras conserva su carácter envolvente aunque sea perturbado continuamente por diferentes sonidos que arrebatan el primer plano a lo edificado en un inicio.
Interesante porque por una parte parece una composición, al menos en la base, con una superficie en donde el sello es una improvisación cuyo cometido es irrumpir, romper el trance, aunque en realidad coopera para mantenerlo de una forma poco ortodoxa si se quiere, pero eficaz. No es mucho lo que, en apariencia, se necesita para imprimirle ese toque. Cerca del minuto 21, la sitar aparece nuevamente para recordarnos el leit motiv de esta pieza rayana en la cuarentena de minutos.
Mientras se preparaba este texto, ooo subió un par más de trabajos a su sitio: Tripas en el asador y Oruga.
El primero, con una fea portada (al menos eso me parece), muestra al cuarteto en una de sus “usuales” improvisaciones que comienza cual si fuera un ensayo, con la batería marcando un ritmo básico, como si se tratara de un calentamiento, apenas con un sonido incidental del bajo. En el minuto dos, la guitarra se hace presente y genera una atmósfera semiespacial a la que se incorpora el bajo quien, más que seguir el ritmo, fabrica “melodías”. Son las bases de una alfombra de experimentación en donde lo discordante parece el eje, especialmente cuando la guitarra gesta ataques de feedback, algunas melodías nacidas al amparo de la sicodelia crean en conjunto una espiral envolvente en donde la voz, deformada, convertida en un instrumento más, aparece y refuerza esa sensación de ser rodeado por una vorágine de sonidos que, en este punto, prácticamente cercan al escucha, sin darle opciones de movimiento.

Llegados a este punto, ooo nos ha instalado en una región desconocida, alucinante, preñada de sueños en donde el minimalismo de recursos es manejado con eficacia para extraernos de la cotidianidad e inducirnos a vivir en medio de continuos vaivenes de lo desconocido. El resultado, según sean los referentes, puede ser como caer en medio de un sueño o sentirse aprisionado en un rincón presto a ser devorado por un ser extraño.
Quien esto escribe elige la primera opción, se deja llevar por el monótono ritmo, se cuelga de las notas de la guitarra y viaja sin tener idea del destino. Hay en el trayecto, algo de noise más cercano al metal por instantes (desperdigado en ataques de ráfagas continuas), pero también mucho de un ambient nebuloso, oscuro, no precisamente tranquilizador, dark. Es veloz, de oleadas sistemáticas, con ciertos sobresaltos cuando la batería deja unos segundos su ritmo metronómico y la guitarra se ha extraviado en las lindes de una sicodelia porosa, viajera, entintada de metal y decididamente cósmica que se repliega a un segundo plano para dejar “hablar” al bajo. El monolito sonoro ha rato fue edificado y ooo solo lleva a cabo el decorado que es de una intensidad absoluta, así como la preparación para el aterrizaje que es paulatino, cual si se tratara de un buzo que debe emerger lentamente a la superficie y finalmente lo consigue.
Un único corte (“Katy la oruga”) se incluye en Oruga donde el sonido de la guitarra anuncia el inicio, es un sonido agudo, cual si fuera una campana; el bajo entra, un único acorde y la batería comienza a girar, deja a la guitarra entrar y salir por momentos, para que luego bajo y batería pongan una alfombra aparentemente monótona. Es una improvisación que tiene reminiscencias de krautrock, un poco de psicodelia viajera, especialmente cuando el sintetizador comienza a crear oleadas sonoras y aparece un sax disonante que forma un encuentro entre el espacio y la tierra, un territorio liminar sobre el cual la música se mueve.
Los cambios son prácticamente inadvertibles, es una sábana sonora, una superficie ocasionalmente rota por una intervención de la guitarra más intensa, un jam poderoso, subyugante, pero no dominado por el virtuosismo (a veces la guitarra sí llega a construir un riff reconocible, pero luego de ser usado momentáneamente, es desechado), sino por la concatenación de fuerzas, la construcción de una nebulosa sonora, de un torbellino que lo succiona todo a su paso y lo fagocita.

En el minuto 14, en medio del maremágnum, cercano a una cacofonía, el sintetizador hace algo o intenta hacer algo parecido a un solo, justo cuando la guitarra toma el dominio y lucha con las percusiones (una cacerola con cuerdas) y la batería. En su ausencia de orden, porque a ooo lo que menos parece importarle es el orden; en su no deseo de ser claros o transparentes; en su ausencia de limpidez en la producción, están los principales atributos de ooo.
En vez de ello, su sonido es un poco más sucio, sería mejor decir menos pulcro. Dado que se saben no virtuosos, lo que ellos buscan tejer es cuadros sonoros nacidos de los sueños y de un metauniverso en construcción donde la ausencia de claridad es una de las premisas. Llegados a este punto (minuto 21), ooo encalla en un pasaje de relativa calma, solo para recuperar estamina y regresar con ímpetu, aunque éste se va dosificando al entrar a un “hoyo negro” en donde el sax impone el único rasgo humano (esa puede ser una forma de leerlo) y entra a un estado de repetición, roto por el sintetizador y sus acometidas, dado que guitarra, batería y bajo se han replegado un poco. Es la parte final y adquiere matices de experimentación, pero como en otras grabaciones del grupo (por ejemplo, Piquito de pollo), se siente como el espacio necesario para regresar a la realidad y poner los pies sobre ella.
Comentaba al inicio de este texto que Oaxaca no ha sido un estado caracterizado por encomiar la vanguardia sonora, pero ha sido en años recientes cuando esto, sin llegar a la abundancia, ha comenzado a cambiar: “Cuando comenzamos no había escena -señala Constantino-. Había punk, pop, metal, jazz, pero no encajábamos en ninguna de ellas, ni era nuestro objetivo. Sabíamos desde un principio que para que nos tomaran en serio teníamos que ser el foco de atención, así que nos presentamos desde el comienzo en el seno del arte contemporáneo oaxaqueño: museos, galerías, recintos culturales y lugares donde se apreciara lo que hacemos como es debido. La verdad, ayudamos un poco a crear la escena. Sabemos de algunas bandas y proyectos que surgieron por influencia nuestra. Por ello casi no alternamos con otras bandas, pero lo hemos llegado a hacer, algunas de ellas ya no existen. Hay proyectos que son muy constantes con los que hemos alternado como Tumba 7 Tapes y Memory Boy. Y también hay proyectos más recientes que se están articulando desde el programa del Cubo Sonoro del Museo de Arte Contemporáneo y de las Culturas Oaxaqueñas (MACCO). Además, hay una escena de improvisación libre, desde el freejazz, que se está gestando, en parte impulsada por gente como Ernesto Adriano o Julio García. Con esa escena no hemos dialogado, pero sí hay gente de la escena experimental que dialoga con ellos. Julio García también está haciendo un buen trabajo con la música académica contemporánea, llevándola al mundo del jazz y de la experimentación sonora”.
¿Hay un futuro para ooo? “Siempre, mientras esto siga siendo divertido. Por ahí hay una deuda de colaboraciones con Julio García, y quizás también con Steven Brown y Ernesto Adriano. También hemos bromeado en hacer algo con Lila Downs o Valgur, pero quien sabe, siempre se puede llegar a dar, sería muy bueno. Aunque quizás Efraín se mude a Francia por algunos años, por estudios, y quizás hagamos una pausa. Aún así, está la posibilidad de tocar en Francia o en algún momento en que Efraín esté de visita en Oaxaca. ¡Simpre hay futuro para ooo!”, concluyen.
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