Residencia-Homenaje a Ana Ruiz. 50 años de experimentalismo en México. Cuarta fecha
- David Cortés

- 1 sept
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David Cortés Fotos: Rafael Arriaga Zazueta
Es temprano, pero el ajetreo es constante. En el pasillo que conduce a los camerinos, un corrillo de músicos bromea; otros hacen la prueba de sonido. Los ingenieros de audio -uno sonoriza el lugar, el otro se encargará de la grabación del concierto-, ponen el equipo a punto, afinan detalles.

Hoy es el cierre de la Residencia-Homenaje a Ana Ruiz. 50 años de experimentalismo en México y hay expectación por ver a Kóryma, la orquesta fundada por la pianista hace unos años y cuya formación se modificó recientemente.
La sesión la abre Metaensamble, el cuarteto de cuerdas+percusiones comandado por los hermanos Mauricio y Francisco Sotelo, un proyecto que Mauricio ha denominado una “expansión de Cabezas de Cera”. Sí, la génesis de este ensamble está en los instrumentos metálicos fabricados por Francisco, los cuales se usaron por primera vez en el álbum Metalmúsica. Aleaciones aleatorias (2004) y la idea, contó el menor de los Sotelo, surgió del tema “Metalfonía” en donde solamente utilizó estos instrumentos, lo cual le dio “la idea de cómo podía ser un ensamble con esos instrumentos”.

Además de los Sotelo, Mauricio (jarana prisma) y Francisco (bicéfono, tambor kitai, kalimba, percusiones), Metaensamble es aumentado con Leticia García (tricordio), Jorge Jácome (charrófono) y Braulio Navarro (jaranita prisma) y el sonido, si bien suave por estar asentado en las cuerdas, es una masa sonora que paulatinamente te sumerge en una atmósfera cálida, entintada con tonos de folk universal y aderezados con un poco de fusión y rock progresivo.

No ha pasado un año desde el debut oficial de Metaensamble, pero la música ha ganado madurez, sus integrantes han solidificado la comunicación en beneficio de la música y ésta se agiganta, porque si bien en su mayoría tersa, delicada, los influjos de pasión y potencia son advertibles, confirman la sospecha de quien esto escribe de que esta agrupación llegará a más foros y el mundo pronto habrá de abrazarlos.
Cualquiera diría que, una vez concluida la presentación de la banda abridora, el listón ha sido puesto muy alto y sí, así ha sido; pero también uno sabe que el nivel de la agrupación estelar está hecho para eso y más.

Esta noche, una primera sorpresa es la preventa de Ana Ruiz y su orquesta Kóryma. En vivo, Sete, Francia, 2024, su disco debut. La otra, aunque en menor medida, es la alineación aumentada: Ana Ruiz, piano; Adriana Camacho, contrabajo; Daniela Olmedo, voz, zapateado; Macarena Guerrero, percusiones, quijada de buey; Carlos Alegre, violín; David Contreras, sax alto; Carlos Greko, sax soprano; Misha Marks, bombardino y trombón; Roberto Tercero, sax tenor; y Rodo Ocampo, batería.
Una decena de músicos sobre un escenario bien pueden crear un caos si se carece de una mano firma que los conduzca, pero no es el caso de Kóryma (palabra rarámuri cuyo significado es compartir el alimento sin esperar nada a cambio) que inicia su set de forma atronadora, contundente, con un par de temas encadenados: “Ritual Kóryma a María Sabina, la mujer” y “Turkish”. Los alientos, al unísono, crean un bello muro de sonido abrasivo que de inmediato te somete.

Ana Ruiz escribió en el interior de su debut discográfico: “Es música que va más allá del pensamiento, no es música intelectual, es música en continuo movimiento, en continuo despertar en el gozo”.
Gozo es lo que abunda, la música es “atacada” con una alegría que la hace aparecer sencilla en medio de su complejidad. Es una noche llena de colorido en donde campean los aires de la música del mundo, una música perlada de folclor en donde un tema tradicional como “La Zandunga”, sin perder ese toque tan propio de nuestro país, se agiganta (la voz de Daniela Olmeda es subyugante) y expande para llevarte a un millar de territorios.

También es climática su interpretación de “Mambo”, que con los meses ha dejado ese toque exótico, para adquirir una fisonomía propia y ser ahora una excelente muestra de esa fusión entre world music, jazz y free que en las manos de los comandados por Ana suena orgánica, espontánea, llena de vida, honesta.
Flotan en el espacio reminiscencias de Cecil Taylor, el citado Cherry, de la Arkestra de Sun Ra, pero el todo, innegablemente, es una carta de autenticidad de Kóryma, una orquesta que va de temas compuestos a improvisaciones (Ruiz creó “mini unidades” al interior de la orquesta y en las improvisaciones rota a los integrantes) y entrega durante la noche, una apabullante muestra de los alcances de la música mexicana de avanzada.

Hoy concluyen las cuatro jornadas de un ciclo dedicado a homenajear a una pianista y el cierre francamente es épico con “Hand woven” y “Revolution”. La noche ha sido intensa, tal vez la más intensa de las cuatro, pero uno desearía más a sabiendas de que ello es imposible. ¿Qué sigue, se preguntan algunos? Mientras llega la respuesta queda regodearse en los fragmentos de videos que circulan en redes sociales y disfrutar de los recuerdos… y los dejados por esta Residencia-homenaje, afortunadamente serán imperecederos.




Buena crónica de un estupendo concierto. ¡Qué fortuna haber estado ahí!