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Sumitomo 1987 y su Cheap jazz

Polo Bautista


Sumitomo 1987 (apelativo que entrelaza un apellido nipón y una cifra accidental) es el ente jazzístico y de fusión compuesto por Ricardo Díaz (teclado), Axel Ibáñez (bajista y también guitarrista en DJ Perro) y el norteamericano Michael Dallara (batería), quienes a finales de 2023 se reunieron para explorar y desarrollar sus inquietudes creativas. Como consecuencia de tales devaneos, adquirieron aspecto reconocible cuatro fugaces e intensas composiciones que resguardadas bajo el título general: Cheap Jazz, finalmente vieron la luz hasta nuestros días. Este EP independiente, es el preámbulo para una seguidilla de placas que, aunque diversas en carácter, comulgan todas con los principios de la improvisación, la crudeza y la expresión antes que el preciosismo.


Michael Dallara, Axel Ibáñez y Ricardo Díaz. Foto: Cortesía Sumitomo 1987.
Michael Dallara, Axel Ibáñez y Ricardo Díaz. Foto: Cortesía Sumitomo 1987.

Díaz cuenta: “Axel es amigo mío y un día le mostré mis canciones. Él me dijo que tenían que grabarse y para eso conocía a un baterista muy bueno que pronto vendría de visita a México. La idea me gustó, porque esas composiciones las había trabajado por algunos meses, pero no tenía con quien ensamblarlas. Michael llegó y nos tomamos un fin de semana para montar las piezas. Al siguiente fin las grabamos en Druids Studio de Cholula, escogimos las mejores tomas y posteriormente mezclamos y masterizamos en Casa Vieja Estudio”.



“Bardo” (tema inaugural que alude al estado budista transitivo entre la muerte y el renacimiento) arranca de forma abrupta y precipitada, en donde los cinco cuartos de la batería no solo determinan la métrica, sino también el actuar desbordado de sus acompañantes. Al comienzo, el tecladista se encarga de mantener una especie de estribillo, en tanto Ibáñez despliega paulatinamente sus dinámicas líneas de bajo. Se perciben trazas de rock y música progresiva, aunque sin superponerse completamente a ese desprolijo jazz intencionado. Los ímpetus se fusionan y juguetean, hasta que Dallara irrumpe en solitario y hace patente su brío, para después dar paso al resto de instrumentistas. El paisaje sonoro se antoja extenso y vivaz, aunque ocurre lo contrario y este finaliza pronto.



“Siempre que tocamos en vivo extendemos las piezas, pero como tal Cheap Jazz son realmente dos canciones. La primera parte es “Bardo” y la segunda está conformada por una triada de temas (‘Artificiales’, ‘Hacia arriba’ y ‘Rojo 5’). Para mí, en conjunto configuran una sola obra de aproximadamente diez minutos; sin embargo, considero que lo mejor fue fragmentarla para hacerla más accesible. Pienso que la música debe adaptarse a las generaciones actuales”, dice el tecladista.

En “Artificiales”, el baterista aminora la intensidad de sus maniobras y retoma un ritmo ordinario (4/4). Por otra parte, Ricardo teje un arpegio constante, mientras el bajo le sigue de cerca en una consecución de notas. La introducción concluye y se abre paso a un diálogo instrumental más cadencioso, con tenues matices funky. El arpegio retorna poco después, pero evoluciona gradualmente hasta adueñarse nuevamente del rol protagónico. Distintas figuras sonoras son expelidas del teclado, para posteriormente transitar hacia un cierre parsimonioso y delicado.



Le continúa “Hacia arriba”, donde Díaz plantea inicialmente un riff calmo, esta vez más tendido hacia el rock. Sus colegas lo apuntalan puntualmente y reafirman un ritmo que pareciera acelerarse. Los acordes afloran nuevamente de entre los dedos del tecladista y prosiguen sin premura. Lentamente Ibáñez y Dallara hacen lo propio y entretejen sus ejecuciones. No hay exabruptos repentinos, solo el discurrir marcado de las notas y el parlamento espontáneo entre los ejecutantes.

Finalmente, para “Rojo 5” se yergue a manera de telón de fondo una distorsión densa y lánguida. Casi de improviso irrumpe enérgicamente la base rítmica, en tanto Díaz permanece agazapado y contenido. Las armonías son sustituidas por un flujo anárquico de diversas maniobras y despliegues de brillantez que se pierden paulatinamente hasta alcanzar el silencio.


Axel Ibáñez y Ricardo Díaz. Foto: Cortesía Sumitomo 1987
Axel Ibáñez y Ricardo Díaz. Foto: Cortesía Sumitomo 1987

“Estoy trabajando en la nueva música de Sumitomo 1987, pero esta placa apareció a manera de pequeñas composiciones enérgicas o paquetitos de ideas. Lo anterior opera dentro de lo que es el Cheap Jazz: no esperar a lanzar un álbum debut de cuarenta minutos, sino proceder con lo logrado, en el poco tiempo disponible para el trabajo grupal. El siguiente disco va a durar alrededor de veinticuatro minutos y el sucesivo a ese treinta y siete”, concluye Díaz.

 


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