Todd Clouser, Bates y Medeski; A Love Electric + 1
- David Cortés
- 18 jun
- 4 Min. de lectura
Todd Clouser, JT Bates, John Medeski, Flowerchild
Clouser (guitarra), Bates (batería) y Medeski (teclados), suelen encontrarse pocas veces y cuando eso sucede, y si la ocasión se presta, hacen música. Así nació You the brave: Live at Icehouse en 2018; ahora hacen llegar una nueva placa llamada Flowerchild, la primera en estudio de este proyecto, que abre con el corte que da título al disco, un tema lento, una balada comandada por el sonido cristalino de Clouser y que apuntalan, con discreción, Bates y Medeski. Es como si fuera el inicio del día, la guitarra despierta, contempla asombrada un nuevo amanecer, ese milagro que de tan cotidiano ha pasado a ser casi inadvertido en su belleza.

La placa, compuesta en su totalidad por composiciones del guitarrista -algunas de hecho ya las ha grabado con A Love Electric- prosigue el tono apacible en “A christmas miracle”, que aperturan los tres, con Clouser marcando el liderazgo con la guitarra, mientras Bates desde el fondo genera el ritmo y en donde Medeski habrá de incorporar melódicas líneas, para después, con el respaldo de sus compañeros, bordar un solo sicodélico aunque sin tornarse frenético.
La fiesta comienza con “Agatha”. El trío despide una alegría y una espontaneidad contagiosas en este corte que navega en las aguas del surf y la sicodelia y en donde, perfectamente imbricados, tocan con un gozo que te inunda de inmediato. Este descenso por una roller coaster poseguirá a partir de este momento con “Billar”, con un hermoso groove de Bates y Medeski en el fondo, mientras Clouser dirige el tema y entrega uno de esos solos que tal vez sea técnicamente impecable, pero cuyo mayor atributo es insuflar vida, como lo hacen todos a lo largo del corte.
Un hermoso remanso construyen en “Slow Wave”, un surf suave, sedoso, con una guitarra que pinta paisajes al tiempo que acaricia cada uno de nuestros nervios y prepara para el spoken word que es “Forecast in Rome”, un spoken word que siempre me deja la impresión de que lo importante es la música y no el texto, lo cual no me sucede con “This is the time” en donde la música acompaña al texto, al individuo que lo recita, se para, hace pausas, camina por el recinto, mientras la música lo acompaña, para después abandonarlo y entregarse ahora sí a un frenesí en donde, mientras cuentan con el sostén de Bates, Medeski y Clouser intercambian solos.

“Blues and peyote” cierra este racimo de temas lentos y lo hace de manera brillante. ¿Qué tanto blues hay en él? Tanto como el sentimiento desplegado por la guitarra de Clouser, de tono claro, brillante y que aquí charla con el piano eléctrico de Medeski y que Bates adorna desde el fondo. Es uno de los mejores momentos del disco, de una intensidad contenida y una hermosura sin igual. Aquello que comenzara en “Slow wave”, aquí la tripleta lo consolida.
Para cerrar eligieron un surf sicodélico a medio tiempo con spoken word incluido y que marca el fin del viaje, porque mientras en “Flowerchild” atestiguamos el comienzo del día, aquí los tres miran como cae la tarde desde un carro apostado a las afueras de un motel llamado “New Flamingo Music”.
A Love Electric, Live in Italy: Genoa, 2024
Al parecer, A Love Electric (ALE, Todd Clouser, guitarra; Aarón Cruz, bajo; Jorge Servín, batería) ha vuelto una costumbre efectuar una residencia anual en Genova, Italia y esta vez el trío la plasmó en esta placa en directo que cuenta con la guitarra invitada de Alberto N.A. Turra y en donde, como era de esperarse, la interpretación hace a un lado, aunque no totalmente, los originales. Así “Barrio Maniaco” se adentra más en una cadencia latina, de un burbujeante caminar en donde la guitarra de Clouser (izquierda) marca el camino a Turra (derecha).

“Agatha” es festividad, contagiosa alegría, desparpajo y trabajo grupal en todos los sentidos. Una composición sólida en donde ALE, más su invitado (cuyo solo a medio track es destacado), muestran la compenetración y el amarre que como grupo tienen. Un tema en donde Servín y Cruz muestran la enormidad de músicos que son.
“Slow wave” suena distendida, como si cada una de las notas escuchadas se alargara-regodeara en su existencia y trazara cuadros de tristeza, languidez, contemplación, hasta que cae el telón y uno se ve tentado a escuchar nuevamente, una y otra vez, hasta que el sol vuelva a iluminar.
En “Where’s her money from”, además de spoken word, hay un poco de sicodelia en lo entregado por las guitarras y el solo desplegado por Turra, veloz y lindando en los terrenos del metal es sobresaliente, aunque Cruz y Servín, antes de llegar al final, crean uno de esos grooves perlados de funk, negritud y aceite.
Bajo y batería desaceleran el tiempo y Clouser echa mano de ese sonido que en ocasiones nos recuerda un poco al country (solo al inicio) para atacar “White Jesus” que a falta de mejor definición de quien esto escribe, oscila de un blues sicodélico para luego entrar en los terrenos de la fusión con Turra que entrega nuevamente brillante solo.
Esta aventura en vivo cierra con uno de los temas más hermosos que ha compuesto Clouser hasta ahora: “Tlalpan girl”. La caída de la noche es inevitable, las calles se vacían, pero en la avenida, los noctámbulos se dan cita para buscar una chica(o) de ocasión y Clouser hace una bella crónica de ese instante en donde al placer sigue el lamento, al gozo la tristeza y al final queda el abandono.
El guitarrista cuenta en su página acerca de esta canción y de su experiencia en un desayuno luego de haberla compuesto de un tirón: “En la mesa de al lado había un hombre vestido de hombre, que la noche anterior se había vestido de mujer. Era muy amable, con el pelo aún recogido, con restos de maquillaje donde se perdió en lo que imaginé que podría haber sido una salida rápida del hotel. Parecía cansado. Parecía resignado. Pero no derrotado. Cuando canto la melodía, el pequeño fragmento del título, ‘Tlalpan girl, Tlalpan girl’, vuelvo de inmediato a donde estaba en la calle, en la paz salvaje de la una de la madrugada, y veo el rostro del hombre que pide su desayuno. La música hace magia”.
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